Fuiste tú la que pensaste que podríamos salvarnos,
que no todo estaba perdido.
Pero del invierno sólo nos ha quedado el vaho
y un profundo olor a ceniza.
en el que ya no hay nada que recuerde que una vez fuimos
más que la huella de unos zapatos sucios y un empañado
cristal.
Tu mirada vacía como ese cajón olvidado.
Ese espejo devuelve una imagen que no es la tuya,
no te reconoces en esos ojos polvorientos y tristes,
en esas paredes sólo hay fantasmas de lo que ya no buscas.
Tus manos apretadas dilatando la despedida.
Es difícil pisar el suelo que cruje
y no hallar respuesta en este desconsolado silencio.
La lluvia en la ventana marca un tiempo que no transcurre,
la llave cierra la puerta. Ahora todo es olvido.