Soy tu pecho roto y tu mirada perdida. Soy aquellas cosas
que perdiste, y tu cordón desatado. Soy tus gafas empañadas y el estrés de tus
zapatos. Soy tus lágrimas dulces y tu sonrisa distraída. Soy tus pensamientos
oscuros y el humo de tu ira. Soy tus manos dulces y tus surcos crueles. Soy tu
piedad y tu odio. Tus sueños y tus venganzas. Hasta que me descubres y yo me
doy cuenta de que envidias a todos esos fantasmas. Te armas de valor y me
echas. Ahora sólo soy un eco tras tu puerta.