Si te
cuento todo esto es porque no sé explicarte de otra forma por qué me voy. Estoy
cansada de tener heridas que luego curas con esmero de enfermera. Estoy cansada
de que me sonrías mientras me envenenas, de compartir sábanas y angustias. Lo
siento. Lo siento. De verdad creo que es mejor para las dos, las cicatrices
sólo les sirven a los vanidosos y a los estúpidos. Por eso cuando te has
despertado no habrás visto nada que me pertenezca. Lo he recogido por la noche
tras la pesadilla. Te dejo la nota y el collar de conchas que ambas hicimos en
la playa. Lo siento. Volveremos a encontrarnos y, cuando lo hagamos, sabremos
que hice bien en marcharme. Me mirarás con tus ojos de niña y tu sonrisa
traviesa y me dirás “Menos mal que dejamos de matarnos”. Iremos a la playa y
nos daremos cuenta de que la espuma ha borrado nuestras marcas.
La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca.
miércoles, 16 de septiembre de 2015
Hoy he soñado que te mataba
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