domingo, 24 de julio de 2011

Nado a contracorriente. Me encanta sentir la frialdad de las olas, la sal pegada a mi cuerpo y el reto que supone seguir avanzando. Meto la cabeza y dejo a mi cuerpo fundirse co el agua. Ya no soy nada. Pero vuelvo a salir y continúo nadando hacia un destino incierto, sólo pretendo que el agua me golpee, me envuelva y me haga suya. Quiero que el agua borre por un momento mi existencia y mi huella. Y no significar nada. Poco a poco me canso. Sigo o sola en esta inmensidad, pero esta vez nadie me oirá. Sí, quise perderme, sí quise desaparecer. Pero aún no me he
perdido, aún sigo siendo yo, y aún conservo mis problemas y la razón. Cansada a mar abierto siento que el peso de un ancla intenta hundirme. No me rindo. Sigo intentando cruzar el mar, sé que si me dejo arrastrar no me perderé, sólo me ahogaré en mi discreta existencia. Lucho, braceo, parezco un pez fuera del agua, el ancla pesa demasiado y estoy exhausta. Cansada del mundo, del horror, cansada de mí. Siempre en medio, nunca demasiado o nunca insuficiente. Cansada de la gente. Cansada, a veces, de existir. Y de este ancla que se empeña en hundirme. No sé si llegaré a algún sitio, no sé si conseguiré por un momento perderme, sólo tengo la certeza de que, si me ahogo, nadie escuchará mi voz.

1 comentario:

  1. Noooooooooooooooooooo!!! Te odio, no puedes escribir estas cosas ¬¬ Solo reflejas los ecos de un mundo muerto... si ese ancla te hundiera nunca podríamos volver a coincidir =)
    Un besitooooooooooooooooo!!!

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